… Y es que el final del invierno y principio de la primavera, muchas personas notan decaimiento, apatía, agotamiento, bajada en la lívido y en definitiva síntomas que parecen dejarlos “sin pilas” para afrontar el día a día. ¿Te ha pasado? Podrías estar experimentando astenia primaveral.

¿Qué es la astenia primaveral?

La astenia, en medicina significa “fatiga o cansancio”, y aunque se utilice este término médico, no quiere decir que estemos enfermos ni debamos medicarnos en consecuencia. Suele durar un máximo de 2 semanas y aparece sobre todo en primavera, coincidiendo con el aumento de horas de luz. Afecta sobre todo a población joven y tiene mayor prevalencia en mujeres que en hombres (Eagles, 2003).

¿Por qué y cómo se da?

Este conjunto de síntomas no solo aparece en primavera, aunque sí es más notable en más personas debido además a la influencia de las alergias. La comunidad científica no termina de arrojar una teoría definitiva, aunque parece estar supeditada a dos factores principales que son:

  • La cantidad de horas de luz, que aumenta en esta época; y
  • Las alteraciones hormonales, derivadas de lo anterior, ya que la subida de la temperatura, el aumento de las horas de luz, las fluctuaciones de la presión atmosférica y el cambio en los biorritmos, hace que se produzca un descenso en la concentración en sangre de ciertas hormonas a nivel hipotalámico. Es decir, el hipotálamo, que regula la producción de hormonas esenciales como las betaendorfinas (responsables de la sensación de bienestar), melatonina (hormona del sueño) y la serotonina (la llamada hormona de la felicidad), lo hace en menor medida, incidiendo en el normal funcionamiento de procesos como nuestros ritmos circadianos, nuestro ánimo e incluso nuestra personalidad (Munir y Abbas, 2022).

¿Por qué afecta a unas personas más que a otras?

No se ha podido aislar un factor endógeno claro hasta el momento, pero podríamos equipararlo a la predisposición que tienen ciertas personas de ser afectadas en mayor medida por el efecto del polen en el aire (alergias) o de sufrir depresión en áreas donde apenas se disfruta la luz solar.

¿Cuáles son los síntomas de la astenia primaveral?

  • Sensación generalizada de cansancio, debilidad y apatía. Falta de energía, desmotivación y desgana.
  • Cambios en el estado del ánimo: tristeza y/o irritabilidad sin causa aparente.
  • Pérdida de apetito.
  • Disminución de la lívido.
  • Trastorno de los patrones del sueño: dificultad para conciliar o mantener el sueño durante la noche e incluso somnolencia diurna.
  • Falta de concentración y alteraciones en la memoria.
  • Dolores de cabeza o sensación de mareo.
  • Dolores articulares y musculares.

No obstante, este cuadro sintomático debería aparecer, además de ligado a cambios estacionales, de forma leve o moderada y limitada en el tiempo (1 o 2 semanas a lo sumo). Si esta sintomatología se extiende a más de 2-3 semanas, se recomienda acudir a su médico de cabecera.

¿Con qué no deberíamos confundirla?

Muchos de estos síntomas son comunes a otras enfermedades y una prolongación en el tiempo nos podría indicar otros problemas. En primer lugar, se deberían descartar afecciones de tipo biofisiológico como anemia, hipotiroidismo o una infección por mononucleosis. Tampoco hay que confundir la astenia primaveral con un Trastorno Afectivo Estacional (T.A.E), recogido en el DSM 5 como trastorno mental que afecta al 1-10% de la población y que sí estaría sujeto a medicación (Gatón Moreno et al., 2015).

¿Cómo podríamos prevenirla o combatirla?

Una vez hechas las investigaciones pertinentes y excluidas causas fisiológicas o patológicas, podemos pasar a la acción para combatir esta predisposición adoptando hábitos saludables como:

  • Respetar los ritmos circadianos y adoptar una correcta higiene del sueño. El cambio de hora puede empujarnos a mantenernos más activos hasta más tarde, rompiendo nuestra rutina de sueño, disminuyendo sus horas.
  • Hacer ejercicio moderado, si es posible, al aire libre. La síntesis de la serotonina necesita de vitamina D, la cual se obtiene principalmente del contacto del sol en nuestra piel. Además, después de practicar ejercicio, nuestro cerebro libera endorfinas, hormonas claves para reducir la percepción del dolor.
  • Sigue una dieta sana y equilibrada. Una dieta equilibrada rica en alimentos que contengan vitaminas, minerales y triptófano ayudará a sentirnos menos pesados/as y cansados/as.
  • Bebe agua, al menos 2 litros diarios. A veces se nos olvida lo importante que es este gesto y lo primordial que le resulta a nuestro cuerpo estar hidratado para su buen funcionamiento.
  • No recurras a tóxicos como el alcohol, tabaco, bebidas energéticas estimulantes o la automedicación. Pueden crear un efecto rebote e incluso adicción.

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María Jaén Moreno – Psicóloga.


 

Eagles, J. M. (2003). Seasonal affective disorder. The British Journal of Psychiatry182(2), 174-176.

Munir, S., & Abbas, M. (2022). Seasonal Depressive Disorder. In StatPearls [Internet]. StatPearls Publishing.

Gatón Moreno, M. A., González Torres, M. Á., & Gaviria, M. (2015). Trastornos afectivos estacionales,» winter blues». Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría35(126), 367-380.