El término “dependencia emocional” ha evolucionado en su definición y conceptualización a lo largo del tiempo. Actualmente, se considera que la dependencia emocional no es una enfermedad o trastorno, sino más bien una tendencia natural del ser humano a buscar relaciones de apego y vínculos afectivos en entornos familiares, sociales y de pareja. Se entiende que la dependencia emocional no es necesariamente algo negativo, pero puede convertirse en un problema cuando las personas no logran establecer relaciones saludables y equilibradas.
Se discute mucho acerca de la dependencia emocional ya que no está bien vista en nuestra sociedad porque pensamos que la dependencia emocional la tienen aquellas personas que no pueden estar solas. Sin embargo, somos la especie más social que hay sobre el planeta y también la más dependiente siendo fundamental para nuestro bienestar y felicidad.
Se ha considerado que alcanzar la independencia es un objetivo importante en el desarrollo humano pero las investigaciones más recientes en psicología han mostrado que la independencia completa no es posible ni deseable en la vida adulta, y que las relaciones interdependientes y la dependencia emocional de otras personas son importantes para el bienestar y la felicidad.
Cuando somos pequeños tenemos lo que llamamos una dependencia vertical donde hay una persona que cuida o provee y otra que es cuidada o recibe. A lo largo de nuestra vida la dependencia no desaparece, sino que vamos cambiando hasta el punto de llegar a tener la capacidad de depender horizontalmente. Esta sería la relación de dependencia sana entre adultos: la interdependencia. En cuanto a la dependencia vertical en la infancia, es común que los niños dependan de sus cuidadores para satisfacer sus necesidades básicas. Sin embargo, a medida que crecen y se desarrollan, comienzan a depender menos de sus cuidadores y a establecer relaciones más horizontales con sus pares y otros adultos importantes en sus vidas. Este cambio en el tipo de dependencia es parte del proceso natural de desarrollo.
En la interdependencia, ambas personas son dadores y receptores al mismo tiempo, y se establece una relación de cuidado y apoyo mutuo. Esta relación de dependencia es saludable y necesaria para el bienestar emocional y la felicidad. Las personas que tienen relaciones interdependientes suelen sentirse más seguras, amadas y valoradas, y tienen una mayor capacidad para enfrentar los desafíos de la vida.
¿Qué hace falta para tener relaciones horizontales entre adultos?
Autonomía e intimidad.
¿Cómo tenemos autonomía e intimidad?
La autonomía y la intimidad son dos elementos clave para fomentar relaciones sanas de interdependencia entre adultos. La autonomía nos permite ser dueños de nuestra propia vida y tomar nuestras propias decisiones, lo que nos hace sentir seguros y capaces de relacionarnos con los demás desde un lugar de igualdad. La intimidad, por su parte, nos permite conectar emocionalmente con los demás y establecer relaciones profundas y significativas.
Para ello, la regulación emocional es fundamental para fomentar la interdependencia y nos permite gestionar nuestras emociones de forma efectiva. Existen dos grandes tipos de regulación emocional: la autorregulación (aquello que hago solo para influir en mi estado de ánimo y mis emociones, hacer deporte, meditación, relajación) y la corregulación nos permite recibir apoyo emocional de los demás y ofrecerlo a su vez, lo que hago con otra persona o personas para encontrarnos mejor, por ejemplo, nos dan una mala noticia y llamamos a alguien y hablando con esa persona nos encontramos mejor.
Para superar los extremos y avanzar hacia la interdependencia, es importante seguir estos consejos:
- Aprender a escuchar y comprender a los demás sin juzgarlos.
- Practicar la empatía para entender las diferentes perspectivas.
- Trabajar en equipo y cooperar con los demás para lograr objetivos comunes.
- Aprender a comunicarse de manera efectiva y clara para evitar malentendidos.
- Tomar la responsabilidad de las propias acciones y decisiones.
- Ser flexible y estar dispuesto a comprometerse en situaciones difíciles.
- Aprender a resolver conflictos de manera constructiva y pacífica.
- Fomentar una cultura de confianza y respeto.
Si crees o conoces a alguien que tenga dificultades en este aspecto, en nuestro Centro podemos ayudarte a adquirir estrategias para aprender nuevos patrones que te permitan mejorar tu calidad de vida y tus relaciones.
Gema Benítez Altamirano: Psicóloga
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