Últimamente he podido comprobar cómo se ha avivado en redes una antigua polémica acerca del aprendizaje de la lectura, concretamente con respecto a cuál es la edad ideal para comenzar este aprendizaje. Es frecuente encontrar familias angustiadas porque su hijo de tres años o cuatro años no sabe leer o incluso escribir su nombre. Como también es frecuente encontrar familias que por ellas mismas han comenzado a trabajar la lectura con sus hijos, convencidas de que  lo que se trabaja en el colegio es insuficiente y ello puede hacer que su hijo se quede definitivamente atrás en el resto de aprendizajes. Vamos a dar respuesta a estas dudas analizando cuál es el conjunto de condiciones previas necesarias para que se pueda iniciar y desarrollar con éxito y eficacia la enseñanza y el aprendizaje de la lectura y escritura.

Conoceremos también, la secuencia en el desarrollo de la adquisición lectora para así poder determinar cuáles son los obstáculos con los que se pueden encontrar los niños cuando empiezan a leer y a  escribir y así poder llevar acabo intervenciones eficaces. Aunque el primer acercamiento del niño a la lectura comienza con su primer contacto con los textos escritos, y esto se puede hacer en familia, conviene remarcar que  la enseñanza formal, así como el aprendizaje guiado y planificado, es una tarea que ha de realizar la escuela.

Una revisión exhaustiva de los factores que consideran diversos autores y de diversas investigaciones existentes al respecto indican que los prerrequisitos que se consideran actualmente como fundamentales para iniciar el aprendizaje de la lectura y la escritura son:

– Habilidades o destrezas orales de la lengua (comprensión, expresión, interacción)

– Conciencia fonológica (Toma de conciencia de que las palabras están formadas por sonidos)

– Desarrollo de la motricidad (lateralidad, ritmo, orientación espacial y temporal)

– Procesos cognitivos (percepción, atención, memoria…)

Son muchos los autores que atribuyen un mayor peso al desarrollo de las habilidades o destrezas orales de la lengua y a la adquisición de la conciencia fonológica como claves para iniciar el aprendizaje de la  lectura y la escritura, nos obstante, no se deben descuidar el resto de prerrequisitos que atañen a otras áreas de desarrollo, es decir, el desarrollo de la motricidad del niño o su desarrollo cognitivo. Ambos poseen una base neurológica y requieren de la maduración del sistema nervioso, por lo que conviene advertir de las dificultades que puede generar en el niño, comenzar este complejo aprendizaje antes de que su cerebro esté preparado para ello y lo que puede generar en él  de frustración y daño a su autoestima.

Como he señalado anteriormente, el aprendizaje tanto de la lectura como de la escritura requiere una instrucción planificada, y en ningún caso estos prerrequisitos por sí solos bastan para que ambos aprendizajes aparezcan o avancen. La lectura y la escritura son actividades complejas y la adquisición de ambos procesos lingüísticos es posterior al aprendizaje del habla, de ahí la importancia de que las destrezas o habilidades orales de la lengua hayan de trabajarse adecuadamente antes de iniciar el aprendizaje del código escrito.

Otra de las cuestiones que también ha suscitado y suscita polémica es la concerniente a la edad a la que ha de iniciarse el aprendizaje formal de la lectura y la escritura. En este sentido, conviene aclarar lo que está vigente en nuestro sistema educativo al respecto. El RD 95/2022 por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Infantil concede un carácter prioritario al proceso de adquisición del lenguaje verbal. En ningún caso se establece como objetivo prioritario de esta etapa el aprendizaje formal de la lectura y escritura sino que se establece como objetivo prioritario la adquisición del lenguaje oral y proporcionar una aproximación al código escrito ofreciendo como adultos modelos lectores que despierten su interés y curiosidad por descubrir el significado social y cultural del lenguaje escrito.

Para que el inicio del niño en la lectura sea enriquecedor se ha de favorecer su acceso, tanto en el ámbito escolar como en el familiar, de hecho proporcionar un ambiente que motive e invite al niño a leer en el hogar es vital para ello. Si no existe motivación difícilmente podrán conseguirse los objetivos propuestos.

Mi consejo para familias: no impacientarnos, dejar el aprendizaje formal de la lectura y escritura para la escuela y estimular  en casa el lenguaje oral y el placer por la lectura convirtiéndonos en modelos lectores. Y en cuanto a los educadores de la etapa infantil: no dejarse presionar por editoriales o familias y trabajar en el aula prioritariamente la lengua oral y la animación a la lectura.

Para cualquier duda, no olvidéis que podéis llamarnos. En Intelecto, estaremos encantadas de orientaros.

Macarena Gea Maldonado

Psicóloga sanitaria – Cda. AN 04835