Ya sabemos que una guerra genera una indefensión en la población muy elevada y más en los niños y ancianos. Por desgracia, aún Ucrania sigue en esta situación.

Este post pretende aportar algunas ideas para las familias acogedoras porque  la guerra ha afectado la educación y el desarrollo afectivo, funcional y emocional de niños y niñas ucranianos. Esto puede generar problemáticas en las familias acogedoras y en el futuro de los menores.

Recuerda que es importante hablar a los menores en función de su edad. Fíjate:

Menores de 3 años: El mensaje debe ser corto y concreto.

Entre 3-6 años: Pregunta cómo se sienten y responde de forma clara a lo que quieran saber. Usa distracciones (jugar con ellos, cantar una canción) para disminuir su miedo. Garantiza tu ayuda.

Entre 6-11 años: Mantén una conversación que incluya los sentimientos, responde a sus dudas y no des detalles innecesarios. Incluye distracciones, como hablar de otros temas de interés.

De 12 años en adelante: Trátalos como iguales y ofrece solo la información que quieran conocer. Da valor tanto a sus opiniones y propuestas como a sus emociones.

Te exponemos un ejemplo: Valeria, ¿cómo te encuentras?, ¿sabes por qué estás aquí con nosotros?

Además, te ofrecemos  pautas para facilitar tu comunicación con ellos:

  • Mostrar tranquilidad y el mayor grado de control.
  • Preguntar antes de hablar sobre lo que quieren saber.
  • Adaptar el mensaje a la edad y comunicar de manera clara.
  • Terminar con mensajes tranquilizadores.
  • Mostrar disponibilidad para futuras dudas o preocupaciones.

 

Para ayudar a los menores en general y a estos niños en particular, te recomendamos que:

  • Es importante que te comuniques con é Pregunta y escucha.
  • Valida sus emociones y normalízalas. Por ejemplo: “yo también siento miedo cuando…”
  • No minimices su miedo.
  • Sé cálido y muéstrale signos de afecto.
  • Transmite unión, compartid actividades en familia.
  • Mantente atento a sus emociones y alivia sus preocupaciones. Ej: Juegos o actividades.
  • Dale espacio cuando lo necesiten y ofrécele otras vías de expresión: dibujar como se sienten, escribir un diario, escribir una carta a un amigo sobre sus sentimientos.
  • Si es necesario tranquilizar al menor, usa una técnica de respiración. Por ejemplo, indícale que debe llenar sus pulmones de aire y luego, soltarlo lentamente como si llenase un globo.
  • Ofrece un espacio donde sienta control, seguridad y protección.

 

Observa al niño/a, pueden desarrollar síntomas como agitación, miedo, rabietas, comportamientos infantiles, aislamiento, pesadillas o estén ausentes. Si ves que se mantienen en el tiempo es posible que necesiten ayuda psicológica.  Aquí tienes unas señales de alarma:

  • Cambios emocionales: alteraciones en el sueño y la alimentación, llanto excesivo. Sentimientos continuos de preocupación, desesperanza, miedo, tristeza o irritabilidad. Quejas somáticas frecuentes y agitación constante.
  • Cambios en ámbito escolar: dificultades de concentración y atención, bajo rendimiento escolar y hostilidad con compañeros de clase.
  • Cambios conductuales: aislamiento social, conflicto con sus iguales, conductas de riesgo, comportamientos de un niño/a más pequeño/a.
  • Paralización del menor en situaciones no peligrosas y miedo irracional.
  • No parece conectado con la realidad y tiene recuerdos frecuentes de la situación traumática.

Fdo. Laura García Rivera. Psicóloga.

 

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