Para todos los que tenemos hijos ya asoma la rutina escolar. El verano, reticente en bajar la temperatura, pero no en abandonar el horario descontrolado, llega a su fin.
Resulta que si los niños son muy pequeños, tenemos que hacer un «periodo de adaptación», pero para los ya no tan peques y los adolescentes, les llega todo de golpe.
Ese síndrome postvacacional del que los adultos hablamos tanto, se puede dar también en los estudiantes. De hecho, cuanto más concepto de «verano» haya existido, más probable es desarrollar sintomatología apática o melancólica.
En este artículo te doy cinco recomendaciones clave para subir esta cuesta de septiembre, que no solo por economía, se nos atraganta en más de una ocasión a los padres debido a la desmotivación de nuestros hijos. Puedes empezar a aplicarlas desde hoy.
1. Intenta hacer partícipe a tu hijo en la preparación de materiales: uniforme si lo hubiese, chándal o zapatillas de deporte nuevas, estuche, mochila, etc. Incluso, puedes proponerle un pequeño cambio en su zona de estudio si ésta se está quedando obsoleta o necesita una silla o cajonera nueva. No es necesario invertir mucho si todo el mobiliario es adecuado. Con un organizador semanal (hay cientos para descargar e imprimir en Internet) o un corcho y chinchetas nuevas, puedes conseguir una motivación inicial en él.
2. Buscad un hueco, la cena suele ser para muchas familias un momento ideal, para hablar de planes de «inicio de curso». Es importante ir haciendo preguntas al niño o adolescente sobre qué ánimo tiene para afrontar esa vuelta al cole. Si percibes tristeza o desgana, sería bueno incluir preguntas como: ¿Crees que habrá algún compañero/a nuevo/a?, ¿tendrás los mismos profesores que el año pasado?, ¿sabes si hay alguien que ha repetido curso?, etc. La idea es preguntar cosas que despierten su curiosidad por volver a ese centro escolar y conocer las respuestas. Pon a prueba tu imaginación y pregunta.
3. Realiza en familia o con buenos amigos un «bienvenido septiembre». Hacer fiestas de despedida del verano no es muy buena idea. Solo ayudan a zambullirse en una pena desbordante. Decir adiós casi nunca es agradable, en cambio, dar una bienvenida suele ser maravilloso. Si tienes terraza o jardín prepara un picoteo con un par de amigos o vecinos y brindad con un rico zumo de frutas (al menos los menores) por este misterioso curso que está por entrar y que tiene mucho con lo que sorprendernos. Con esto, les enseñas que empezar siempre es satisfactorio y presenta una nueva aventura.
4. Como decía al principio los más pequeños tienen su periodo de adaptación. Si tu hijo ya está en Primaria o en Secundaria, puedes intentar que unos cinco días antes del inicio de curso queden con algún amigo del colegio, que no haya visto durante este verano. Eso les permitirá volver a su ambiente con cierta complicidad entre ellos, pues se vieron hace poco. En los pequeños es sencillo si conoces a algún compañero que viva cerca o que tengas contacto con sus padres. Los de Secundaria suelen hacerse ellos los planes, pero proponles una quedada en casa para ver una película o quedarse a dormir. Tal vez, les despiertes las ganas de verse antes del inicio de las clases
5. Por último, aunque nos lo gastamos casi todo en verano, sería bueno dejar un pequeño ahorro para el ocio en el inicio de curso. Lo vamos a necesitar todos. Por eso, debes planificar una salida a finales de septiembre en familia. No es necesario irse lejos. Si dispones de dinero, podéis pasar fuera la noche de un viernes o un sábado, pero si no puede ser ir a una playa que aún no habéis estado, si vives en la costa, o subir a la sierra a algún río… El caso es darles la oportunidad de tener ganas de que empiece el curso y llegue ese día de escapada familiar. Será como un respiro muy cercano.
Tras esto, si pasadas tres o cuatro semanas de inicio escolar, tu hijo sigue apático y desmotivado, puedes consultar con un especialista. Lo que no debes es permitir un trimestre entero de desmotivación. La llegada de consultas sobre este tema suelen entrar cuando los estudiantes ya no son capaces de hacerse con el curso y los padres están sin fuerzas y desesperados.
Albert Einstein ya nos aclaró que «la voluntad era la mayor fuerza motriz que conoce el ser humano». Con estas claves y un poquito de nuestro amor incondicional debemos lograr que ellos, por sí mismos, alcancen dicha fuerza personal.
Milagrosa Ruiz Delgado
Psicología Educativa
Col AN-9207
Centro Intelecto
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