El día 4 de Marzo acudimos a las jornadas organizadas por ADIFI sobre infancia y discapacidad. Nuestra ponencia era «Educación Psicoemocional en Familias con Discapacidad».
Nos gustaría resaltar el lema de la asociación «Para caminar juntos más que discapacidad, DI_ CAPACIDAD». Esa capacidad es la que tienen las personas para hacer frente a las adversidades de la vida, transformar el dolor en fuerza motora para superarse y salir fortalecido de ellas. Y esto es lo que llamamos RESILIENCIA.
¿QUE OCURRE EN LAS FAMILIAS EN LAS QUE HAY UN HIJO CON DISCAPACIDAD?
La familia que tiene un hijo con discapacidad afronta una crisis movilizada a partir del momento de la sospecha y posterior confirmación del diagnóstico. Cada núcleo es único y singular y afrontará esta crisis de diferentes modos. Tanto la intensidad como la capacidad de superarla varían de unas familias a otras. Muchas logran reacomodarse a la situación y otras se quedan detenidas en el camino.
Los conflictos no surgen como consecuencia directa de la discapacidad, sino en función de las posibilidades de la familia de tener estrategias recursos y capacidades para adaptarse a esta situación.
¿CUÁLES SON LOS FACTORES DE RIESGO A FIN DE DETECTAR LAS FAMILIAS QUE NECESITARÁN MAYOR ACOMPAÑAMIENTO A NIVEL PSICOLÓGICO?
- Historias previas de duelos mal elaborados (Persistencia en el tiempo y dominio de Negación del diagnóstico, sentimiento de culpa, resentimiento, vergüenza…)
- Conflictos previos de pareja.
- Problemas psicológicos en la madre o padre no abordado previamente.
- Exceso de expectativas o deseos depositados en el hijo.
- Dificultades socioeconómicas.
- Otro miembro de la familia con la misma discapacidad ( Efecto genético con su incidencia psicológica)
- Falta de cohesión familiar.
- Incomunicación de sentimientos sobre lo ocurrido.
- Renuncia de los demás miembros de la familia a las necesidades propias.
OBJETIVOS DE LA INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA
- Favorecer un primer momento de duelo sano, asumiendo como adaptativas todas las emociones que van a venir y localizándolas en un tiempo y espacio adecuados.
- Apoyarlos para que reconozcan, expresen y comuniquen los sentimientos ambivalentes que se movilizan en torno a la situación y que ayuda a su elaboración.
- Acompañar y sostener a los padres y madres afirmando su saber cuidar a los menores a nivel emocional, para no necesitar siempre un «saber profesional». Los padres son los que mejor van a conocer a sus hijos.
- Alentarles al optimismo y la confianza que no impliquen la negación y las falsas expectativas
- Favorecer el descubrir el niño o niña que hay detrás de la etiqueta diagnostica que los lleven a vincularse a los aspectos sanos, estirando lo máximo posible las posibilidades de conseguir logros en el campo que sea.
- Estimular la recreación, el ocio y tiempo libre, evitando caer en renuncias por exceso de responsabilidad o que sea el menor con discapacidad el eje por donde funcione la vida familiar, a fin de posibilitar el crecimiento y desarrollo de todos los miembros.
- Favorecer que la familia busque apoyos y ayuda en otras redes de personas que pasan por las mismas situaciones.
La experiencia nos muestra a diario familias que pese a tener un miembro con discapacidad no se quiebran o enferman, sino que por el contrario se sobreponen, enriquecen, maduran , se vuelven más fuertes y hasta mejoran problemáticas previas presentes en su seno. El trabajo psicoemocional es un aval para el mejor abordaje de estas situaciones.
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