¿Alguna vez os habéis preguntado por qué llegan a nuestros gabinetes niños ansiosos, desmotivados, con un interés casi anulado por aprender? Seguro que sí. Y no es sólo por un motivo, pero este que os presento es uno que tiene mucha fuerza.

Lo cierto es que los niños a medida que van pasando sus años de escolarización, tienen menos ganas de volver al colegio tras el placentero verano. El motivo es obvio para los que nos dedicamos a la educación: las temidas evaluaciones.

Hoy por hoy, el sistema educativo aún mantiene una rigidez y un recuerdo a «la letra con sangre entra». Aunque hay cambios, sobre todo profesores que buscan el cambio, queda tanto por delante… Los niños se someten a pruebas escritas u orales, trabajos, tareas diarias, todo con una nota del 1 al 10. ¿Qué sería de los profesores si no pudiesen poner notas de 1 a 10? Muchos tienen más de una respuesta para esto. Lo sé. Pero otros muchos no.

Debido a esa «época de exámenes», los alumnos se someten a periodos de evaluación de su aprendizaje, que un profesor, o peor varios, tendrá que calificar y enviar a modo de boletín a los padres, por supuesto «devuélvanlo firmado». Esto asegura que están bien informados de los objetivos que sus hijos han ido consiguiendo y los que no.

Este es el potenciador de la desmotivación, el causante del «no quiero volver al colegio».

Si a esto le sumamos que al alumno le cuesta mucho concentrarse, o sus capacidades son limitadas para el área de matemáticas, o bien no tiene una comprensión lectora acorde a su edad, etc., apaga y vámonos.

Así que, voy a intentar echar una mano con estas recomendaciones muy básicas, pero efectivas para ayudar a los hijos a llevar algo mejor estas fechas.

  • En primer lugar, enseñadles a tener un planificador mensual en su mesa de estudio (poned en el buscador de Google «planificador mensual» y tenéis mucho dónde elegir); cuatro semanas a golpe de vista. Anotaran en él los días de examen o los que tienen una entrega de trabajo o exposición oral en grupo. En definitiva, una agenda nos sirve para un diario, pero tendríamos que pasar páginas para anticiparnos a la próxima semana. Con este tipo de organizadores conseguimos que el niño vea cuántos días tiene por delante para preparar ese examen. Les favorecerá mucho a la hora de gestionar su tiempo.
  • En segundo lugar, algo obvio, pero olvidado: dormir y comer adecuadamente. Los adultos tenemos claro, aunque no siempre lo llevamos a cabo, que las horas de sueño de calidad son necesarias para afrontar un día duro. En general, son necesarias para un día cualquiera, pero si sumamos a que ese día tienes un examen y al siguiente otro y al siguiente… Se hace indispensable. Los niños de Educación Primaria necesitan un mínimo de 9/10h para que su mente despierte llena de energía. Los alumnos de Secundaria o Bachillerato de 8/9h. Además, siguiendo con el buen hábito de sueño, necesitamos evitar el uso de dispositivos electrónicos al menos una hora antes de ir a la cama. Ni la luz ni las ondas que se desprenden de estos aparatos favorecen la llegada del sueño. De hecho engañan al ojo humano y sobreexcitan la actividad neuronal. De ahí que estén desaconsejados.
  • Por último, un inciso al tiempo de las sesiones de estudio. La mente alcanza su umbral de rendimiento aproximadamente a los 45 minutos, según los estudios. Los niños de Primaria, deben alcanzar ese periodo de tiempo de trabajo a medida que avanzan en los curso. En 1º unos 15 minutos, en 2º unos 20… hasta llegar a 5º y 6º que podrán y deberán estar unos 45 minutos trabajando. Tras este periodo, se descansa unos 5 o 10 minutos. No más, no menos.

Es curioso que niños que dicen dedicar 3 horas cada tarde a sus tareas y estudio no alcancen los objetivos académicos (en ese boletín de notas) deseados. La gran mayoría no toma en serio las recomendaciones de estos tiempos de sesión de estudio. Por eso, es importante que los padres estén pendientes de que se realicen con éxito. Durante un periodo de exámenes, quizá en ESO y Bachillerato se necesiten unos tres tiempos de estudio. En primaria con uno o dos al día, tras la jornada escolar, es suficiente.

Ahora bien, ese tiempo de estudio para que sea eficaz, requiere un entrenamiento de concentración, un ambiente organizado sin distractores, buena luz y, sin duda lo más importante: un papel y un lápiz en la mano. No se estudia sin hacer anotaciones. Si enseñamos a estudiar de memoria, como la mayoría de nosotros hicimos, no les favorecemos la comprensión de la materia.

¡Ánimo, ya está aquí la Navidad!

Autor: Milagrosa Rodríguez, (Psicóloga educativa).